G.K. Chesterton
Autobiografía
Barcelona, El Acantilado, 2003 - 392 pp.
Es una autobiografía hecha con recuerdos, más o menos ordenados cronológicamente.
Desde antes de su niñez (defensa de la época victoriana), pasando por ésta
(defensa de los hobbies, la fantasía, el teatro de cartón...), la adolescencia
(escriben para pasárselo bien y fundan una revista en el colegio, lee mucho...
me recuerda la autobiografía de Zweig). Luego habla de su juventud, comentando
las obras El Napoleón de Notting Hill
y El hombre que fue Jueves. Habla de
su reacción contra el escepticismo, el materialismo, el pesimismo. Después, de
la guerra de los bóers y su posición: que las guerras legítimas son aquellas en
defensa de un ideal, no las que se llevan a cabo por conquistar territorios.
Trata también de los asuntos de corrupción que denunció junto con su hermano.
Habla de la I Guerra Mundial. Aparecen célebres personajes; por extenso: Shaw,
Wells y aún Henry James. También otros escritores victorianos y personalidades
de la política. Se detiene especialmente en su amigo Belloc. Al final, retoma,
de la mano de las historias del Padre Brown, su conversión y la defensa de la
fe católica. Enlaza una figura que expone al principio, del hombre de la llave
dorada (su padre) con el Dios de la llave dorada; y de un príncipe que va por
un puente hacia un castillo en un teatro de cartón (su primer recuerdo de
infancia, el hombre de la llave dorada, como lo visible de su padre en el mundo
fantástico del teatro de cartón) con el Pontifex, el Claviger, el sucesor de
Pedro. Aquél que es movido por su padre en un mundo fantástico... y en el mundo
real.
El
libro es, de algún modo, una última defensa de su vida. Una vida en que ha
sufrido el desprecio por defender lo que para él era la verdad. El último
bramido de un enorme búfalo moribundo que no sabe cómo decir ya, otra vez, lo
que siempre ha dicho: la verdad que él descubrió y el mundo dice buscar. Como
un grito de impotencia.
Para
leerlo, no está de más saber algo de la historia y la política de Inglaterra de
los siglos XIX y XX (al menos, del período que abarca la vida del autor:
1874-1936).
Algunos
temas que me han gustado: la importancia de hablar bien, de saber lo que se
quiere decir y pensar las frases antes de decirlas; hacer las cosas con el fin
de disfrutar, de pasarlo bien, no de tener éxito ante los hombres; la lógica
del agradecimiento, de la gracia (enlaza con lo que estoy leyendo en La libertad interior, de Jacques
Philippe); la crítica que hace del pesimismo (etc) de su época, hablando de la
cual dice “la convención de la falta de convención” (p.177) que me ha recordado
a MacIntyre y que sigue con algo que recojo en una ficha: que la única herejía
prohibida era la ortodoxia. Es un tema muy actual, con base en el escepticismo.
Me ha llamado también la atención el gusto por la lectura y la escritura desde
pequeño y en la edad adolescente.
Chesterton
tiene un modo de expresión a veces un poco enrevesado. Usa mucho de la paradoja
y juega con las palabras. Criticando una obra de Yeats dice, por ejemplo: “Lo
único malo de El lugar de los deseos del
corazón, es que el corazón no lo desea”. Esa retórica me ha gustado, pero
hace al libro un poco pesado de leer (seguramente por la falta de costumbre).
Tiene una exposición que recuerda a otros anglosajones: un ir cambiando de un tema a otro, sin previo aviso, para volver
después al primero... Cada capítulo gira en torno a algo. Hay que descubrir ese
algo para entender la lógica del capítulo. No iría mal una segunda lectura.