miércoles, 21 de diciembre de 2016

Antígona, de Sófocles

   Hemos perdido la reseña de Antígona... pero ¿hacía falta recordar su argumento? ¿Es necesario describir una vez más la tragedia por la que pasa la joven tebana?, ¿sus conflictos interiores al saber que un real decreto le impedía enterrar a su hermano? 
   Antígona es un mito fundamental de Occidente. Sí, de Occidente. Porque en él ha aprendido una cultura entera lo que significa ser humano. La historia de la hija de Edipo manifiesta que la conciencia es una ley más profunda que cualquiera de las que dictan los hombres, y que seguirla es el imperativo que nos distingue de los brutos. 
   Sería sencillo hacer referencia aquí a un tema tan a flor de piel en nuestra sociedad como la desobediencia civil. Pero es que el tiempo en que vivimos ha hecho de ella un asunto manido y trasnochado, algo que se ha convertido en moda, rasgo propio de un colectivo que encuentra su identidad en seguir la voz de su amo. Y así se pierde la esencia del mito. Antígona habla de una voz y de un amo que no son los del grupo; habla de ese núcleo íntimo y personal que nos constituye en lo que somos. 
  El dilema entre obedecer el dictado de la autoridad establecida y seguir la propia conciencia, a riesgo de perder la propia vida, es tan antiguo como el mundo que llamamos Occidente. Y eso es precisamente lo que Occidente parece haber olvidado. Retrotraernos a nuestras raíces nos da una visión nueva de quiénes somos; una visión original. Volver al origen es volver a nacer. Quizá es eso lo que necesitamos.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

A. Fournier, El gran Meaulnes

Mondadori, Barcelona 2004


  El gran Meaulnes es una novela entrañable que narra las aventuras de un niño intrépido y con una extraordinaria personalidad.
  Su autor, Alain Fournier, sólo pudo escribir este libro, ya que lamentablemente  murió luchando en una de las primeras batallas de la Gran Guerra a la edad de 27 años.
  La historia narra cómo un niño llamado Agustín Meaulnes llega a Vierzón para asistir al colegio de Sainte-Agathe y se aloja en la casa de Francis Seurel, hijo del maestro de la escuela.
  Agustín y Francis establecen una gran amistad donde la admiración de Francis hacia el “gran Meaulnes” le lleva a acompañarle en sus aventuras en el colegio y en el pueblo. La verdadera trama sucede cuando Agustín escapa del colegio para visitar a su madre y se pierde por el camino. Al volver Meaulnes ha cambiado y está obsesionado por ubicar geográficamente el extraño camino que tomó. Es entonces cuando su mejor amigo, Francis, descubre que Agustín ha conocido a una hermosa mujer de la que no puede olvidarse, y decide ayudarle a encontrarla.
  El libro describe, creando unas imágenes excelentes  cómo estos dos amigos afrontan los acontecimientos que se les vienen encima a lo largo de aquel camino que “el gran Meaulnes” tomó un día accidentalmente.
  En mi opinión, este libro, es ante todo una exaltación del romanticismo adolescente. Asistimos en él a una explosión de sentimientos incontrolados y a lo mejor por eso más puros y bellos, pero que se desbocan hasta lesionar aquella afectividad indómita, romántica, inquieta y hermosa.
  Esta personalidad arrolladora hará sentir al lector una enorme afinidad con el personaje, y hará que se recree en la historia volviendo a descubrir y a recordar  aquellos paisajes que sólo brillan a luz de los ojos del niño que llevamos dentro.
Juanjo