miércoles, 21 de diciembre de 2016

Antígona, de Sófocles

   Hemos perdido la reseña de Antígona... pero ¿hacía falta recordar su argumento? ¿Es necesario describir una vez más la tragedia por la que pasa la joven tebana?, ¿sus conflictos interiores al saber que un real decreto le impedía enterrar a su hermano? 
   Antígona es un mito fundamental de Occidente. Sí, de Occidente. Porque en él ha aprendido una cultura entera lo que significa ser humano. La historia de la hija de Edipo manifiesta que la conciencia es una ley más profunda que cualquiera de las que dictan los hombres, y que seguirla es el imperativo que nos distingue de los brutos. 
   Sería sencillo hacer referencia aquí a un tema tan a flor de piel en nuestra sociedad como la desobediencia civil. Pero es que el tiempo en que vivimos ha hecho de ella un asunto manido y trasnochado, algo que se ha convertido en moda, rasgo propio de un colectivo que encuentra su identidad en seguir la voz de su amo. Y así se pierde la esencia del mito. Antígona habla de una voz y de un amo que no son los del grupo; habla de ese núcleo íntimo y personal que nos constituye en lo que somos. 
  El dilema entre obedecer el dictado de la autoridad establecida y seguir la propia conciencia, a riesgo de perder la propia vida, es tan antiguo como el mundo que llamamos Occidente. Y eso es precisamente lo que Occidente parece haber olvidado. Retrotraernos a nuestras raíces nos da una visión nueva de quiénes somos; una visión original. Volver al origen es volver a nacer. Quizá es eso lo que necesitamos.

1 comentario:

  1. Hola. Muy interesante la reflexión sobre Antígona. Pienso, sin embargo, que Antígona no contrapone la disposición de Edipo a su conciencia. Ella no habla de su conciencia sino de "las leyes no escritas por los dioses". Se está contraponiendo una ley divina no escrita a unas leyes humanas escritas. No piensa Antígona que esas leyes divinas sean "subjetivas", sino objetivas: ob-iacere: están ahí. Esas leyes divinas significan, de entrada, que el hombre y sus leyes poseen un límite. La conciencia del límite es el principio de la sabiduría.

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