Sí, puedo escribir trigo,
y trémulo, y de oro,
brotará de mi verso
como brota del surco.
Puedo escribir jilguero
y trina, pero
nunca
sonará en mis poemas
ningún canto.
Nunca nuestras palabras
cautivarán las cosas.
Se acercarán a ellas,
les girarán en torno
como una brisa débil…
y volverán vacías.
Con un perfume acaso,
con un eco, con una
memoria desvaída…;
pero las cosas siempre
quedarán en su mundo
y las palabras nunca
serán más que palabras.
En estos versos, d'Ors reflexiona sobre las palabras, el valor que tienen y su relación con la realidad. Las palabras nunca podrán someter a las cosas, ni formarán una unión esencial con ellas. La realidad será siempre más; más viva, más bella... más absoluta. "Y las palabras nunca serán más que palabras".
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