martes, 14 de marzo de 2017

Nostalgia de los Inklings

  Un grupo de amigos unidos por una similar visión del mundo, de la humanidad, de la literatura, de la Universidad. Se reunían los martes a mediodía en torno a unas pintas de cerveza y los jueves por la noche en las habitaciones de Magdallen College. Hablaban, discutían, reían a carcajadas y leían en voz alta lo que habían escrito. Los demás tenían plena libertad para decir qué les parecía. Ahí no existía lo políticamente correcto, porque había amistad y confianza. De aquellas reuniones nacieron El problema del dolor, Perelandra, algunas de las inclasificables obras de Charles Williams y, sobre todo, El Señor de los Anillos.
  Se hacían llamar los Inklings. Quizá sus miembros más famosos (y más constantes) sean C.S. Lewis, J.R.R. Tolkien y C. Williams , pero había una docena de miembros más, que iban y venían. El mundo estaba en guerra, Europa caminaba a oscuras siguiendo a A. Hitler y J. Stalin (entre otros), y este pequeño grupo, en Oxford, soñaba un mundo más humano. ¿Su esfuerzo fue estéril? No lo creo. El mundo necesita amistades que saquen de cada uno su mejor versión. El mundo necesita personas capaces de pensar y compartir lo que piensan, sin miedo al diálogo abierto. El mundo de hoy tiene nostalgia de los Inklings.

Nuestra amistad crecía entre jarras
de cerveza y copitas de Oporto.
Hablamos tantas veces, las veladas
del jueves, sobre mitos y poemas,
y leímos relatos madurados
en las habitaciones frías de nuestro College.

El martes nos veíamos de nuevo
en el cuarto de atrás de la vieja taberna.
Qué risas y qué sueños, qué extrañas ilusiones
en nuestro inmenso mundo entre cuatro paredes.

Éramos gente extraña. Cuando el planeta entero
temblaba ante las armas y los hombres
vivían aterrados por las bombas
o seguían a un loco hacia el abismo
entre cantos guerreros, desfiles y banderas,
nosotros dialogábamos serenos (o exaltados)
volviendo a las cuestiones inmortales
que el hombre no podrá acallar jamás,
pues son su propia sangre.

Creíamos que el mundo podía ser distinto,
y echamos los cimientos de una humanidad nueva.
¿Qué habrá quedado, al fin, de todo aquello?
Ahí están nuestras obras, que se siguen leyendo,
y ahí está nuestra historia, nuestra rara amistad
y cuánto mejoraron nuestras vidas
compartiendo.


  El libro más conocido sobre este grupo es el de H. Carpenter, Los Inklings, que se centra en las figuras de Lewis, Tolkien y Williams. El año pasado apareció The Fellowship, de P. Zaleski, que desarrolla con más detalle el papel que tuvo Barfield en el grupo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario